Hoy hablaremos de cómo afrontar una ola de calor desde el punto de vista nutricional.
Respecto a los hábitos alimenticios, la principal garantía de un verano saludable es mantener una correcta hidratación. Ingerir agua de manera insuficiente puede provocar desde debilidad, irritación y sequedad en las mucosas hasta la muerte, una consecuencia que pueden sufrir fácilmente ancianos y enfermos, con niveles de hidratación habitualmente bajos, tras unas pocas horas de calor extremo. Los ourensanos debemos estar especialmente atentos debido a las olas de calor extremo que frecuentemente azotan nuestra ciudad.
También debemos evitar bebidas que nos deshidraten aún más, como bebidas con cafeína o alcohol, y debemos tener precaución extra si tomamos fármacos como diuréticos, antiinflamatorios o antiparkinsonianos, que pueden ser especialmente nocivos en condiciones de deshidratación, ya que afectan a nuestro volumen sanguíneo, nuestra función renal y nuestra regulación térmica, respectivamente.
Si queremos mejorar nuestro estado de salud para que el verano no haga mella en nuestra forma física, debemos ingerir nutrientes que neutralicen el daño oxidativo del sol, como verduras, hortalizas, frutos secos o pescados, ricos en betacarotenos, vitamina C, E y omega3.
En caso de exposiciones solares prolongadas, se recomienda reforzar la protección solar en crema con un suplemento de protección solar oral; un protector solar oral refuerza a la crema en aquellas zonas donde el sol incide de manera más agresiva, y llega a toda nuestra piel incluido aquellas zonas donde la crema pudiera estar extendida de forma incorrecta.